Llegan las vacaciones de Semana Santa y somos muchos los que miramos al cielo esperando que salga el sol. Es nuestra oportunidad de recuperar vitaminas y coger un poco de color. Aunque aún no sea verano, no olvides en tu maleta las cremas de protección solar.
La primera regla de oro es identificar tu fotototipo de piel. Es fundamental para elegir la crema con el factor de protección adecuado. El fototipo es el conjunto de características físicas que reúne una persona y que determina su capacidad para broncearse. La clasificación más extendida es de cuatro tipos:
Fototipo I. Una persona con ojos azules, de pelo pelirrojo y piel pecosa. Se quema siempre que se expone al sol.
Fototipo II. Una persona con ojos azules o verdes, de pelo rubio y piel blanca. Se quema a veces.
Fototipo III. Una persona con ojos marrones o grises, de pelo castaño y piel morena en invierno. Casi nunca se quema.
Fototipo IV. Una persona con ojos marrones o negros, de pelo negro y piel morena racial. Nunca se quema.
Para exponerte al sol sin riesgo para tu piel debes evitar las horas centrales del día y aplicarte siempre un producto con el factor de protección adecuado. El objetivo de estos productos es proteger a la piel de los efectos perjudiciales de las radiaciones ultravioleta (UVA y UVB).
Antes de decantarte por uno u otro producto de protección identifica tu fototipo de piel y el índice FPS, que indica el número de veces que el fotoprotector multiplica la capacidad natural de la piel para evitar el enrojecimiento. Los fotoprotectores se clasifican en: bajos (2,4,6); medio (8, 10 y 12), alto (15, 20 y 25) y muy alto (30, 40, 50, 50+). Elige el que más se adecúa a tu piel y no olvides extenderlo por todo el cuerpo (incluidas orejas y cuero cabelludo) y aplicarlo media hora antes de tomar el sol.